miércoles, 14 de julio de 2010

Nadie.

¡Hijo! -gritó el aire. Allá donde vayas recuerda que aquí siempre te querremos, marcha contracorriente pues eres especial y jamás olvides lo que te enseñamos, lucha por lo que amas de verdad. Él comenzó a llorar, extrañas lágrimas las del viento, huracanada juventud, como la vida misma, como un corazón a punto de partir. Mamá, ¿y si algún día lo que quiero se va? -suspiró él, mientras una gota de amor brotaba de su alma. Su madre sonreía compadeciente.. Cariño, la vida te da duros golpes, yo llevo toda la vida chocando con objetos, con sensaciones, con personas, con historias y ves hijo mio.. aquí sigo, sin miedo a nada ni a nadie, sólo a mi misma. Por eso amor.. se fuerte, más que el marmol, desafía a tus sentidos y ten por seguro, vivirás por la eternidad. Del rostro del niño yacía una sonrisa entrecortada a la par que de sus lágrimas sólo quedaban los últimos resquicios. Viviré por ti madre.. y prometo, nadie esconderá mi felicidad, seré fuerte, fuerte como nadie pudo serlo, porque al fin y al cabo nadie vivirá por mi -dijo el viento dejando eco tras las paredes de una férrea naturaleza. Es extraño lo que luego sucedió, ambos quedaron mirándose durante horas.. sin articular palabra, pero en sus rostros miradas de gratitud y de cariño esencial, como sabiendo que siempre serían parte uno del otro, porque al final lo único que queda es una madre, el resto sólo son acontecimientos que nos marcan, unos más que otros.. unos de por vida, otros.. más allá de la muerte.

2 comentarios:

  1. Las madres, que nos dan la vida y
    como dices, siempre están ahí, apoyándonos
    y aceptándonos como somos, como nadie más lo hace.

    Un beso :)

    ResponderEliminar
  2. Es precioso. =)
    Nos dan la vida no sólo cuando nacemos sino siempre y ahí siguen mirando como nos alejamos y empujándonos para que volemos.

    ResponderEliminar